lunes, 23 de enero de 2012

Cara al sol.



Las voces estrepitosas
vestidas de toga y negro
como moscas en estío
que acongojan
y asedian.
Y todas convertidas
en un pueril manojo
de sinrazones,
la mano derecha alzada
las piernas bien cerradas
la mente amortajada,
tan sólo abierta la boca
para entonar el pusilánime
cántico de unas masas
febriles,ofuscadas por el yugo
de la muerte.
!Cara al sol !!cuerpo a tierra!
la mano derecha alzada
las tripas al desnudo.
¿Quién merece tal desconcierto
en las sonrojadas mejillas
todavía por hacer?
Ha muerto el caudillo.
¿Y a mi qué?
Cara al sol y luto.
Ocho días sin negras
moscas.
De algo tenía que servir
que un tirano muera
cuando la vida
a flor de piel se nos
comenzaba a abrir.

jueves, 12 de enero de 2012

Parto en negro.


Parto en negro.

Siento que la gente
se cruza de acera
al verme circundar
con mi negra túnica
sus alientos.
Como si de una pandemia se tratase,
el desgarro de una madre
que ha enterrado a un hijo
también es contagioso.
Por ello,
la gente se aparta
oteando con disimulo
como vamos pariendo a cada minuto
rompiendo aguas por la retina.

lunes, 3 de octubre de 2011

Mi hija Sara.

Sara Gorricho Gonzalez fue ....
Pequeña máxima de Sara...diciembre del 2010.

Recuerdo una cosa que leí alguna vez.Una máxima del budismo Zen,… dice así. Que un roble lo crean dos fuerzas simultaneas...evidentemente la primera, es la bellota..La semilla ,que contiene la promesa y el potencial que a al crecer se convierte en un árbol,!.Eso esta claro!. Pero son pocos los que reconocen qué existe otra fuerza muy importante.
La del árbol futuro,cuya ansia de existir es tan enorme que hace eclosionar y brotar la bellota,llenándola de vigor…guiando la evolución desde la nada hasta la madurez.

Hasta tal punto que ,el árbol,supera la fuerza vigorosa de la bellota.


Sara, mi hija no fue...

Sara no fue un número en la seguridad social, que ahora borran.
No fue ,ese carnet de identidad que no le dio tiempo a renovar por que falleció.
No ,mi hija no era un número más de una fatua cadena de burocracías.
Mi hija Sara nació un dos de mayo de 1981 fruto del amor,y desde su nacimiento se convirtio para toda la familia en un pequeño tesoro que cuidabamos con mucho recelo y pasión.
Yo apenas creia que de mi cuerpo alumbrase un ser tan bello ,con esa carita de medallita como decian tod@s las que la veian.
Mi hija ,no es ese número que ahora borran de las listas.
Mi hija era alegría y luz....de niña siempre cantando y bailando al son de mi guitarra con la bisabuela Petra que ahora cuida de ella.
De joven ,una belleza que siempre se entregó al amor de forma descarnada ,entregando el alma entera....sin dejar nada para ella.
Generosa como nadie, no calibraba el daño posterior que tanta entrega le suponia.
Si! mi hija Sara, entregaba su corazón sin medida, sin comprender que en esta vida ,no todos fueron merecedores de tal entrega.
Sara adoraba a su tia y madrina Reyes, a sus abuelos a los que consolo en sus últimos meses tratando con inmensa dulzura. A su tio y padrino Ángel, a sus tios Eliandre y Jose con los que confratenizo mucho, llegando a ser más que ti@s ....amigos.A Charito, con la que salia aquellas primaverales mañanas.Y tenia debilidad por sus primos,y por su tia Sario.!Ay! el arroz de la tia Sario.Eso son palabras mayores ¿verdad Sara?
Mujer de caracter fuerte que luchó toda su vida por ser ella misma.
No! no mi hija no es un mero papel que ahora aparece en una esquela ,ni esa ficha que se tira a la basura después de un deceso.
Cuando nació, a Sara le pusieron un vestido llamado "Vida" que siempre le quedó grande.
Grande de anchura....pues tenia un corazón que no le cabia en el pecho.
Corto de mangas.......pues sus manos siempre estaban abiertas para recibir la benévolente luz de cada amanecer ,sin condiciones, sin cobardia,a pesar de que a veces no brillaba lo suficiente.
Y este vestido sobre todo le quedaba corto....por qué mi hija siempre aspiró a ser alta ...tan alta como la luna, y estar donde está ahora...cerca de los ángeles.
Sara no dejaba indiferente a nadie...era culta, gran amante de los animales ,de la naturaleza, de la música ,de los viajes, y sobre todas las cosas le gustaban las mariposas quizás por que añoraba el vuelo en rasante hacia las flores que ellas hacen.
Hija mia...ahora que ya vuelas alto y que tanto nos has enseñado a los que te queremos...enseñanos a poder vivir sin ti.
Eres luz y amor como dice tu tia...y para mi lo has sido absolutamente todo.
Naciste con y del amor, y así como naciste ,el día de tu muerte se respiraba olor a hierbabuena y AMOR del verdadero ,de ese que solo saben dar aquellos que de verdad te conocieron, como el que recibiste de tu familia que nunca te olvidará.
Si hija...¿Recuerdas cuando te despertaba y en tono de broma te daba un beso y te decia...Sara .!soy yo tu madre! y tu me contestabas...ya sé que eres mi madre ...y una leve sonrisa asomaba a tu hermoso rostro.
Si Sara ,tu madre siempre estará a tu lado, allá donde estés, mi alma y mi corazón te has llevado y por las noches te sigo dando esos masajes en el pelo con los que dormías.
Mi hija Sara fue alguien especial mientras duró su vida...y fue alguien especial hasta el día de su muerte.
¿Quién es capaz de convertir una fría habitación de cuidados intensivos en un campo de hierbabuena y rosas donde poder lograr el descanso eterno?
Solo ella....Sara Gorricho Gonzaléz.
SIEMPRE ESTARE A TU LADO HIJA Y SIEMPRE ,SIEMPRE TE QUERRE.... y no olvides nunca que aún tienes la vida hija mia.

jueves, 25 de febrero de 2010

Ese frío enero.



Cuando muere la esperanza
me sumerjo en un abismo
de lúgubre misticismo
y con certera templanza
recuperar la confianza.
Aquella que sin querer
perdí en un atardecer.
Que un frío día de enero
al resguardo de un bolero
anido dentro del ser.

Que ya nada me motiva
ni ese silencio que antaño
de mi lágrima era paño.
Ese silencio que esquiva
a mi me mantenía viva.
Lo he buscado entre los muros
de capiteles oscuros,
perforando mis sentidos
en mis tímpanos zumbidos
del silencio a la deriva.

En la sonrisa de un niño
una brizna de esperanza
que sostenga la semblanza
de la mirada ese guiño
impregnado de cariño.
Y desprendían la nada
de la orfandad de mi arcada.
Rebusco entre las basuras
donde perdí mis venturas
que ya ni un niño me agrada.


He buscado la esperanza
en las flores del cerezo
que del prado es aderezo.
He defendiendo a ultranza
primavera en su bonanza.
Solo he hallado hojas yertas
entre mis horas inciertas.
Sopor del hedor que emana
de esta tiniebla mundana
entre mis manos desiertas.

Y busco sin encontrar
quien me arrebato la alegría
que por mis venas corría.
Y me vuelvo a recostar
sin abriles encontrar.
Quebrantada el alma mía
del susurro que gemía
arrancándome el aliento
que por no sentir ni siento,
eso que antaño temía.

Vivo cautiva en mis rejas
entre áureos barrotes
henchidos de esos quijotes
que si ver molinos dejas
después no admiten las quejas.
Y esos sepulcros blanqueados
desde mi templo infiltrados
que me venden como a Cristo
beso de judas y listo.
¿Del débil? días contados.

Grito al viento mi lamento
y solo percibo ese eco
adentrándose en el hueco
de mis manos el intento.
Escurriendo ese momento.
Plañideras son las voces
deslizándose veloces
por mi corazón marchito
que el frío enero fortuito
de pena inundaron goces.

domingo, 14 de febrero de 2010

Sombras de realidades.



Se contrajeron las palabras
cuando la realidad paso
a la altura de nuestros ojos
con su lasciva mirada
de secretos.

La realidad
se vistió de un tul purulento
y bailó para nosotros su ancestral balada
en un paraíso desnutrido
opacando nuestras horas.

Y en el cadavérico ritual de un macabro
desconcierto
copuló nuestros injertos pactando
con Dios un fragmento de averno
y urdiendo con el diablo
un Edén repoblado.

En los camastros de la escoria
desvirgó nuestros credos
desoyendo
los argumentos que abrigaban
nuestra verdad reinventada.

La realidad
se nos echó encima
como un segundo rezagado en el minutero
cubriendo nuestras horas con su túnica
de sacras filantropías
que insolentes y dominantes
nos poseyeron.

La realidad
nos enseñó sus fauces amarillentas.
Y empapados en sus cloacas
nos embriagó de verdades,
reventando en nuestro semblante
las fatuas utopías donde cobijamos
nuestra pusilánime existencia.

La realidad pasó a la altura
de nuestros ojos.
Y solo acertamos
a lavarnos las manos
en un sordo intento
de esclarecer nuestra obtusa conciencia.